Mt 28,19

“Vayan, pues, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos. Bautícenlos en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a cumplir todo lo que yo les he encomendado a ustedes. Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin de la historia". Mt 28,19

BIENVENIDOS

AMIGOS DEL GRUPO MISIONERO TESTIGOS DEL SEMINARIO MAYOR DE GIRARDOTA
Numerosas veces nos preguntamos cómo podemos intercambiar experiencias pastorales y misioneras en un mundo tan cambiante, en un mundo que exige día a día un trabajo pastoral y misionero más evangelizador, como no lo decía y no lo pedía el hoy beato JUAN PABLO II “Hay que evangelizar con un nuevo ardor, nuevos métodos y nuevas expresiones”; es así como en nuestro grupo acogiendo las palabras del Beato JUAN PABLO II y el papa BENEDICTO XVIcuando dice: “¡Jóvenes! Me dirijo en particular a vosotros ¡sed testigos de vuestra fe en el mundo digital! ¡Emplead estas nuevas tecnologías para dar a conocer el Evangelio a fin de que la Buena Nueva del amor infinito de Dios por todos resuene de maneras nuevas en nuestro mundo cada vez más tecnológico!” nos motivamos a lanzarnos a este medio.
Los invitamos a que continúen con ánimo y entusiasmo el compromiso apostólico y misionero que hoy el señor les ha proporcionado.

Esperamos que podamos compartir experiencias y así podamos construir mejores estrategias de evangelización.

Cordialmente,

Equipo de Comunicaciones
Grupo Misionero Testigos

jueves, 24 de noviembre de 2011

ATENCIÓN...


Girardota, 24 de noviembre de 2011


Señores
FORMADORES Y SEMINARISTAS
SEMINARIOS MAYORES DE COLOMBIA

Reciban un saludo fraternal y los mejores deseos de que el Señor los colme siempre con su Gracia y con su Paz.

La siguiente tiene como fin darles un saludo de alegría y entusiasmo poniendo sus vidas en las manos del Señor y de la Santísima Virgen María, grandes misioneros, para que ellos como buenos papás los ayuden e iluminen en este proceso vocacional al cual los han llamado; ellos que iniciaron  esta obra tan maravillosa en ustedes la lleven a feliz término.

Estimados Formadores y hermanos seminaristas, como es de conocimiento de todos, el pasado 30 de junio al 03 de julio de 2011 se llevó a cabo en la ciudad de Montería el VII encuentro nacional misionero de seminaristas, en donde han quedado una serie de motivaciones como es la de conformar en cada uno de nuestros seminarios los GRUPOS MISIONEROS con el fin de dinamizar y animar el espíritu misionero universal dentro y fuera de los seminarios. Es por esto que nosotros hoy como grupo misionero y acompañados por la Pontificia Obra San Pedro Apóstol (POSPA) de las OMP de Colombia, en cabeza del Pbro. Javier Alexis Gil Henao, los invitamos y animamos a conformar en cada uno de nuestros seminarios los grupos misioneros y a sí mismo la Red Nacional de Seminarios.

Desde OMP sede nacional, con el servicio de nuestro grupo misionero TESTIGOS del Seminario Mayor de Girardota, queremos ayudar a coordinar la Red Nacional de Seminarios, animarlos y motivarlos para que el año entrante, si Dios quiere, podamos contar en nuestras casas con dichos grupos. Para tal fin necesitamos saber dónde existen grupos y dónde se van creando y así construir una base de datos, la información por favor hacerla llegar a esta dirección: semayortestigos@hotmail.com. Para mayor información semayortestigos@twtter.com, grupomisionerotestigos.blogspot.com Les rogamos hacernos llegar la información del formato anexo.

Agradecemos su disponibilidad y entusiasmo, 


Cordialmente,

EQUIPO DE COMUNICACIONES                                             
GRUPO TESTIGOS                                                                      
SEMINARIO MAYOR DE GIRARDOTA – ANTIOQUIA          


P. Javier Alexis Gil Henao
Secretario Nacional POSPA-PUM
 padrealexisgil@gmail.com

lunes, 17 de octubre de 2011

Misión "ad gentes" y Nueva Evangelización: tarea común de la Iglesia


MISION AD GENTES Y NUEVA EVANGELIZACION; TAREA COMUN DE LA IGLESIA

CIUDAD DEL VATICANO, 16 OCT 2011 (VIS).-En el Ángelus, rezado con los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, después de la Misa de clausura del encuentro internacional de los Nuevos Evangelizadores,  Benedicto XVI recordó que el beato Juan Pablo II, fue un "gran defensor de la misión ad gentes, es decir  a los pueblos y a los territorios donde el Evangelio aún no ha echado raíces, y un heraldo de la nueva evangelización". "Ambos-dijo- son aspectos de la única misión de la Iglesia, y es  significativo considerarlos juntos en este mes de octubre, caracterizado por la celebración de la Jornada Misionera Mundial que se celebra el próximo domingo".

  Después el Papa habló de la convocación, anunciada en la homilía,  del "Año de la Fe", cuyas motivaciones,  finalidad y  líneas directivas se publicarán en su Carta apostólica que se dará a conocer dentro de poco. "También Pablo VI - agregó- convocó un "Año de la fe" en 1967, con ocasión del décimo noveno centenario del martirio de los apóstoles Pedro y Pablo y en una época de grandes cambios culturales. Considero que, transcurrido medio siglo de la apertura del Concilio, ligada a la feliz memoria del beato Juan XXIII, sea oportuno recordar la belleza y la centralidad de la fe, la exigencia de reforzarla y profundizarla a nivel personal y comunitario, y de  hacerlo en perspectiva no tanto conmemorativa, sino misionera, en la óptica de la misión ad gentes y de la nueva evangelización".
ANG/        VIS 20111017 (260)

lunes, 3 de octubre de 2011

Mensaje del Santo Padre Benedicto XVI para la Jornada Mundial de las Misiones 2011

«Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo» (Jn 20,21)

Con ocasión del Jubileo del año 2000, el venerable Juan Pablo II, al comienzo de un nuevo milenio de la era cristiana, reafirmó con fuerza la necesidad de renovar el compromiso de llevar a todos el anuncio del Evangelio «con el mismo entusiasmo de los cristianos de los primeros tiempos» (Novo millennio ineunte, 58). Es el servicio más valioso que la Iglesia puede prestar a la humanidad y a toda persona que busca las razones profundas para vivir en plenitud su existencia. Por ello, esta misma invitación resuena cada año en la celebración de la Jornada mundial de las misiones. En efecto, el incesante anuncio del Evangelio vivifica también a la Iglesia, su fervor, su espíritu apostólico; renueva sus métodos pastorales para que sean cada vez más apropiados a las nuevas situaciones —también las que requieren una nueva evangelización— y animados por el impulso misionero: «La misión renueva la Iglesia, refuerza la fe y la identidad cristiana, da nuevo entusiasmo y nuevas motivaciones. ¡La fe se fortalece dándola! La nueva evangelización de los pueblos cristianos hallará inspiración y apoyo en el compromiso por la misión universal» (Juan Pablo II, Redemptoris missio, 2).

Id y anunciad

Este objetivo se reaviva continuamente por la celebración de la liturgia, especialmente de la Eucaristía, que se concluye siempre recordando el mandato de Jesús resucitado a los Apóstoles: «Id...» (Mt 28, 19). La liturgia es siempre una llamada «desde el mundo» y un nuevo envío «al mundo» para dar testimonio de lo que se ha experimentado: el poder salvífico de la Palabra de Dios, el poder salvífico del Misterio pascual de Cristo. Todos aquellos que se han encontrado con el Señor resucitado han sentido la necesidad de anunciarlo a otros, como hicieron los dos discípulos de Emaús. Después de reconocer al Señor al partir el pan, «y levantándose en aquel momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once» y refirieron lo que había sucedido durante el camino (Lc 24, 33-35). El Papa Juan Pablo II exhortaba a estar «vigilantes y preparados para reconocer su rostro y correr hacia nuestros hermanos, para llevarles el gran anuncio: ¡Hemos visto al Señor!» (Novo millennio ineunte, 59).

A todos

Destinatarios del anuncio del Evangelio son todos los pueblos. La Iglesia «es, por su propia naturaleza, misionera, puesto que tiene su origen en la misión del Hijo y la misión del Espíritu Santo, según el plan de Dios Padre» (Ad gentes, 2). Esta es «la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda. Existe para evangelizar» (Pablo VI, Evangelii nuntiandi, 14). En consecuencia, no puede nunca cerrarse en sí misma. Arraiga en determinados lugares para ir más allá. Su acción, en adhesión a la palabra de Cristo y bajo la influencia de su gracia y de su caridad, se hace plena y actualmente presente a todos los hombres y a todos los pueblos para conducirlos a la fe en Cristo (cf. Ad gentes, 5).

Esta tarea no ha perdido su urgencia. Al contrario, «la misión de Cristo Redentor, confiada a la Iglesia, está aún lejos de cumplirse... Una mirada global a la humanidad demuestra que esta misión se halla todavía en los comienzos y que debemos comprometernos con todas nuestras energías en su servicio» (Redemptoris missio, 1). No podemos quedarnos tranquilos al pensar que, después de dos mil años, aún hay pueblos que no conocen a Cristo y no han escuchado aún su Mensaje de salvación.

No sólo; es cada vez mayor la multitud de aquellos que, aun habiendo recibido el anuncio del Evangelio, lo han olvidado y abandonado, y no se reconocen ya en la Iglesia; y muchos ambientes, también en sociedades tradicionalmente cristianas, son hoy refractarios a abrirse a la palabra de la fe. Está en marcha un cambio cultural, alimentado también por la globalización, por movimientos de pensamiento y por el relativismo imperante, un cambio que lleva a una mentalidad y a un estilo de vida que prescinden del Mensaje evangélico, como si Dios no existiese, y que exaltan la búsqueda del bienestar, de la ganancia fácil, de la carrera y del éxito como objetivo de la vida, incluso a costa de los valores morales.

Corresponsabilidad de todos

La misión universal implica a todos, todo y siempre. El Evangelio no es un bien exclusivo de quien lo ha recibido; es un don que se debe compartir, una buena noticia que es preciso comunicar. Y este don-compromiso está confiado no sólo a algunos, sino a todos los bautizados, los cuales son «linaje elegido, nación santa, pueblo adquirido por Dios» (1 P 2, 9), para que proclame sus grandes maravillas.

En ello están implicadas también todas las actividades. La atención y la cooperación en la obra evangelizadora de la Iglesia en el mundo no pueden limitarse a algunos momentos y ocasiones particulares, y tampoco pueden considerarse como una de las numerosas actividades pastorales: la dimensión misionera de la Iglesia es esencial y, por tanto, debe tenerse siempre presente. Es importante que tanto los bautizados de forma individual como las comunidades eclesiales se interesen no sólo de modo esporádico y ocasional en la misión, sino de modo constante, como forma de la vida cristiana. La misma Jornada mundial de las misiones no es un momento aislado en el curso del año, sino que es una valiosa ocasión para detenerse a reflexionar si respondemos a la vocación misionera y cómo lo hacemos; una respuesta esencial para la vida de la Iglesia.

Evangelización global

La evangelización es un proceso complejo y comprende varios elementos. Entre estos, la animación misionera ha prestado siempre una atención peculiar a la solidaridad. Este es también uno de los objetivos de la Jornada mundial de las misiones, que a través de las Obras misionales pontificias, solicita ayuda para el desarrollo de las tareas de evangelización en los territorios de misión. Se trata de sostener instituciones necesarias para establecer y consolidar a la Iglesia mediante los catequistas, los seminarios, los sacerdotes; y también de dar la propia contribución a la mejora de las condiciones de vida de las personas en países en los que son más graves los fenómenos de pobreza, malnutrición sobre todo infantil, enfermedades, carencia de servicios sanitarios y para la educación. También esto forma parte de la misión de la Iglesia. Al anunciar el Evangelio, la Iglesia se toma en serio la vida humana en sentido pleno. No es aceptable, reafirmaba el siervo de Dios Pablo VI, que en la evangelización se descuiden los temas relacionados con la promoción humana, la justicia, la liberación de toda forma de opresión, obviamente respetando la autonomía de la esfera política. Desinteresarse de los problemas temporales de la humanidad significaría «ignorar la doctrina del Evangelio acerca del amor al prójimo que sufre o padece necesidad» (Evangelii nuntiandi, 31. cf. n. 34); no estaría en sintonía con el comportamiento de Jesús, el cual «recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas, proclamando la buena nueva del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias» (Mt 9, 35).

Así, a través de la participación corresponsable en la misión de la Iglesia, el cristiano se convierte en constructor de la comunión, de la paz, de la solidaridad que Cristo nos ha dado, y colabora en la realización del plan salvífico de Dios para toda la humanidad. Los retos que esta encuentra llaman a los cristianos a caminar junto a los demás, y la misión es parte integrante de este camino con todos. En ella llevamos, aunque en vasijas de barro, nuestra vocación cristiana, el tesoro inestimable del Evangelio, el testimonio vivo de Jesús muerto y resucitado, encontrado y creído en la Iglesia.

Que la Jornada mundial de las misiones reavive en cada uno el deseo y la alegría de «ir» al encuentro de la humanidad llevando a todos a Cristo. En su nombre os imparto de corazón la bendición apostólica, en particular a quienes más se esfuerzan y sufren por el Evangelio.

Vaticano, 6 de enero de 2011, solemnidad de la Epifanía del Señor



BENEDICTUS PP. XVI 


Fuente: http://www.vatican.va

viernes, 30 de septiembre de 2011

LA MISIÓN EN EL CONTEXTO DEL DOCUMENTO DE APARECIDA

348. La gran novedad que la Iglesia anuncia al mundo es que Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre, la Palabra y la Vida, vino al mundo a hacernos “partícipes de la naturaleza divina” (2Pe 1, 4), a participar de su propia vida. Es la vida trinitaria del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, la vida eterna. Su misión es manifestar el inmenso amor del Padre, que quiere que seamos hijos suyos. El anuncio del kerygma invita a tomar conciencia de ese amor vivificador de Dios que se nos ofrece en Cristo muerto y resucitado. Esto es lo primero que necesitamos anunciar y también escuchar, porque la gracia tiene un primado absoluto en la vida cristiana y en toda la actividad evangelizadora de la Iglesia: “Por la gracia de Dios soy lo que soy” (1Cor 15, 10).

349. El llamado de Jesús en el Espíritu y el anuncio de la Iglesia apelan siempre a nuestra acogida confiada por la fe. “El que cree en mí tiene la vida eterna”. El bautismo no sólo purifica de los pecados. Hace renacer al bautizado, confiriéndole la vida nueva en Cristo, que lo incorpora a la comunidad de los discípulos y misioneros de Cristo, a la Iglesia, y lo hace hijo de Dios, le permite reconocer a Cristo como Primogénito y Cabeza de toda la humanidad. Ser hermanos implica vivir fraternalmente y siempre atentos a las necesidades de los más débiles.

350. Nuestros pueblos no quieren andar por sombras de muerte; tienen sed de vida y felicidad en Cristo. Lo buscan como fuente de vida. Anhelan esa vida nueva en Dios, a la cual el discípulo del Señor nace por el bautismo y renace por el sacramento de la reconciliación. Buscan esa vida que se fortalece, cuando es confirmada por el Espíritu de Jesús y cuando el discípulo renueva en cada celebración eucarística su alianza de amor en Cristo, con el Padre y con los hermanos. Acogiendo la Palabra de vida eterna y alimentados por el Pan bajado del cielo, quiere vivir la plenitud del amor y conducir a todos al encuentro con Aquel que es el Camino, la Verdad y la Vida.

351. Sin embargo, en el ejercicio de nuestra libertad, a veces rechazamos esa vida nueva (cf. Jn 5, 40) o no perseveramos en el camino (cf. Heb 3, 12-14). Con el pecado, optamos por un camino de muerte. Por eso, el anuncio de Jesucristo siempre llama a la conversión, que nos hace participar del triunfo del Resucitado e inicia un camino de transformación.

352. De los que viven en Cristo se espera un testimonio muy creíble de santidad y compromiso. Deseando y procurando esa santidad no vivimos menos, sino mejor, porque cuando Dios pide más es porque está ofreciendo mucho más: “¡No tengan miedo de Cristo! Él no quita nada y lo da todo”.

domingo, 18 de septiembre de 2011

Benedicto XVI: “Vivimos en una época de nueva evangelización”

CASTEL GANDOLFO, domingo 18 de septiembre de 2011 Ofrecemos a continuación las palabras que Benedicto XVI pronunció este domingo ante los fieles congregados en Castel Gandolfo con motivo del rezo del Ángelus.
***
¡Queridos hermanos y hermanas!
En la liturgia de hoy empieza la lectura de la Carta de San Pablo a los Filipenses, es decir a los miembros de la comunidad que el Apóstol mismo fundó en la ciudad de Filipos, importante colonia romana en Macedonia, hoy Grecia septentrional. Pablo llegó a Filipos durante su segundo viaje misionero, procedente de la costa de la Anatolia y a travesando el Mar Egeo. Fue esa la primera vez que el Evangelio llegó a Europa. Estamos en torno al año 50, por tanto unos veinte años después de la muerte y la resurrección de Jesús. Sin embargo, la Carta a los Filipenses, contiene un himno a Cristo que ya presenta una síntesis completa de su misterio: encarnación, chenosi, es decir, humillación hasta la muerte de cruz, y glorificación. Este mismo misterio se hace una unidad con la vida del apóstol Pablo, que escribe esta carta mientras se encuentra en la cárcel, a la espera de una sentencia de vida o de muerte. Él afirma: “Para mí la vida es Cristo, y la muerte, una ganancia” (Fil 1,21). Es un nuevo sentido de la vida, de la existencia humana, que consiste en la comunión con Jesucristo vivo; no sólo con un personaje histórico, un maestro de sabiduría, un líder religioso, sino con un hombre en el que habita personalmente Dios. Su muerte y resurrección es la Buena Noticia que, partiendo de Jerusalén, está destinada a llegar a todos los hombres y a todos los pueblos, y a transformar desde el interior todas las culturas, abriéndolas a la verdad fundamental: Dios es amor, se ha hecho hombre en Jesús y con su sacrificio ha rescatado a la humanidad de la esclavitud del mal dándole una esperanza fiable.
San Pablo era un hombre que condensaba en sí mismo tres mundos: el judío, el griego y el romano. No por casualidad Dios le confió la misión de llevar el Evangelio desde Asia Menor a Grecia y después a Roma, construyendo un puente que habría proyectado el Cristianismo hasta los extremos confines de la tierra. Hoy vivimos en una época de nueva evangelización. Vastos horizontes se abren al anuncio del Evangelio, mientras regiones de antigua tradición cristiana están llamadas a redescubrir la belleza de la fe. Son protagonistas de esta misión hombres y mujeres que, como san Pablo, pueden decir: “Para mí vivir es Cristo”. Personas, familias, comunidades que aceptan trabajar en la viña del Señor, según la imagen del Evangelio de este domingo (cfr Mt 20,1-16). Trabajadores humildes y generosos que no piden otra recompensa que la de participar en la misión de Jesús y de la Iglesia. “Si el vivir en la carne -escribe todavía san Pablo- significa para mí trabajo fecundo, no sé qué escoger” (Fil 1,22): si la unión plena con Cristo más allá de la muerte, o el servicio a su cuerpo místico en esta tierra.

Queridos amigos, el Evangelio ha transformado el mundo, y todavía lo está transformando, como un río que riega un inmenso campo. Dirijámonos en oración a la Virgen María, para que en toda la Iglesia maduren vocaciones sacerdotales, religiosas y laicales para el servicio de la nueva evangelización.

[Después del Ángelus, dijo:]

Queridos hermanos y hermanas, ayer en Turín fue proclamado beato Mons. Francesco Paleari, de la Sociedad de Sacerdotes de San José Cottolengo. Nacido en Pogliano Milanese en 1863, de humilde familia campesina, entró jovencísimo en el seminario e, inmediatamente después de la Ordenación, se dedicó a los pobres y a los enfermos en la Pequeña Casa de la Divina Providencia, pero también a la enseñanza, distinguiéndose por su afabilidad y paciencia. ¡Alabemos a Dios por este luminoso testigo de su amor!

[A continuación saludó a los peregrinos en diversas lenguas. En francés, dijo:]
Queridos peregrinos francófonos, estamos en el periodo de vuelta al colegio. Los años pasados en la escuela son muy importantes. Se aprende a estructurar la mente y se amplía el campo de los conocimientos. En la escuela se aprende también a vivir juntos. Invito a los padres, que son los primeros educadores de sus hijos, a animarles en su trabajo. Tomaos el tiempo de escucharlos y de hablar con ellos de lo que viven. Así les ayudaréis a tomar las decisiones correctas. La familia, la escuela, ésa es la buena tierra en la que se labra la humanidad del mañana. Por eso, os pido que recéis para que cada niño pueda en todas partes recibir la educación a la que tiene derecho. ¡Os bendigo con todo mi corazón!

[En inglés, dijo:]
Ofrezco una cálida bienvenida a los peregrinos de habla inglesa y a los visitantes presentes en esta oración del Angelus, incluidos los del Acton Institute y la Diócesis de Allentown, Pennsylvania. En el Evangelio de este domingo, escuchamos a Jesús comparar el Reino de los cielos a las acciones de un terrateniente que es generoso con todos los trabajadores de su viña. Quizás a veces podamos sentir envidia por el éxito de otros o sentir que no nos han agradecido lo suficiente nuestro servicio. Que siempre nos esforcemos por ser humildes siervos del Señor y nos regocijemos cuando Dios derrama abundantes gracias sobre los que nos rodean. Os deseo un buen domingo. ¡Que Dios os bendiga a todos!

[En alemán, dijo:]
Saludo cordialmente a todos los visitantes de lengua alemana. Dios es “grande en perdonar” (Is 55,7), y en su bondad da más de lo que cabe esperar. Éste es el mensaje consolador de las lecturas de este domingo. Queremos responder con generosidad a la donación sin límites del amor de Dios y colaborar con el bien en el mundo. Estoy contento de reunirme con muchas personas durante mi visita a Alemania esta semana. Os pido que acompañéis los días de mi viaje con la oración y que en el Señor redescubramos la belleza y la frescura de la fe y la podamos dar a nuestros semejantes como testigos de esperanza y orientación para el futuro. ¡Que tengáis un domingo bendecido!

[En español, dijo:]
Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española presentes en esta oración mariana. En el Evangelio de este domingo, el propietario de la viña representa al Padre Celestial, que sale, una y otra vez, en busca de aquellos que quieren trabajar en su viña, y "da como recompensa, dice San Agustín, un denario a cada uno porque a todos será igualmente dada la misma vida eterna". Invito a todos a reconocer la inmensa generosidad y bondad de Dios, que está por encima de los cálculos humanos. Lo que el Señor espera de nosotros es que cada uno haga bien y confiadamente su trabajo, y que reciba con gratitud lo que de Él procede. ¡Feliz Domingo!

[En eslovaco, dijo:]
Saludo cordialmente a los peregrinos procedentes de Eslovaquia, especialmente a los de las parroquias de Trhovište y Horné Lefantovce. Hermanos y hermanas, os deseo una buena estancia en la Ciudad eterna, donde encontramos el luminoso testimonio de tantos cristianos que han trabajado fielmente en la viña del Señor. Con afecto os bendigo a vosotros y a vuestras familias. ¡Sea alabado Jesucristo!

[En polaco, dijo:]
Un cordial saludo dirijo a los polacos. Hoy la liturgia nos recuerda que todos estamos llamados a trabajar en la viña del Señor. Él nos ha dado diversos carismas, ha asignado diversas tareas y ha determinado diversos tiempos de su cumplimiento. Sin embargo, si asumimos la obra de nuestra vida con plena dedicación, nos espera la misma paga: la alegría de la eterna participación en la bondad del Señor. ¡Que Dios os bendiga!

[En italiano, dijo:]
Estoy contento de saludar a las Hermanas de diversas partes del mundo que frecuentan el Colegio Misionero Mater Ecclesiae, aquí en Castel Gandolfo.
Saludo finalmente con afecto a los peregrinos de lengua italiana, en particular al nutrido grupo de la Coldiretti, al que doy las gracias por el regalo de la colmena colocada en esta Villa. Saludo a los fieles procedentes del Valle Rendena, de Aprilia, Lido dei Pini de Anzio, Quadrelle, Montopoli Valdarno, Ischia di Castro, Lamezia Terme, Barbacina, Trebaseleghe, y a los de Villafranca d’Asti, venidos en bicicleta. Saludo a los niños de Ducenta, que se preparan para la Primera Comunión, al UNITALSI de San Giorgio Jonico y al conjunto musical Euritmia de Povoletto del Friuli. A todos os deseo un buen domingo.