Mt 28,19

“Vayan, pues, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos. Bautícenlos en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a cumplir todo lo que yo les he encomendado a ustedes. Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin de la historia". Mt 28,19

BIENVENIDOS

AMIGOS DEL GRUPO MISIONERO TESTIGOS DEL SEMINARIO MAYOR DE GIRARDOTA
Numerosas veces nos preguntamos cómo podemos intercambiar experiencias pastorales y misioneras en un mundo tan cambiante, en un mundo que exige día a día un trabajo pastoral y misionero más evangelizador, como no lo decía y no lo pedía el hoy beato JUAN PABLO II “Hay que evangelizar con un nuevo ardor, nuevos métodos y nuevas expresiones”; es así como en nuestro grupo acogiendo las palabras del Beato JUAN PABLO II y el papa BENEDICTO XVIcuando dice: “¡Jóvenes! Me dirijo en particular a vosotros ¡sed testigos de vuestra fe en el mundo digital! ¡Emplead estas nuevas tecnologías para dar a conocer el Evangelio a fin de que la Buena Nueva del amor infinito de Dios por todos resuene de maneras nuevas en nuestro mundo cada vez más tecnológico!” nos motivamos a lanzarnos a este medio.
Los invitamos a que continúen con ánimo y entusiasmo el compromiso apostólico y misionero que hoy el señor les ha proporcionado.

Esperamos que podamos compartir experiencias y así podamos construir mejores estrategias de evangelización.

Cordialmente,

Equipo de Comunicaciones
Grupo Misionero Testigos

viernes, 30 de septiembre de 2011

LA MISIÓN EN EL CONTEXTO DEL DOCUMENTO DE APARECIDA

348. La gran novedad que la Iglesia anuncia al mundo es que Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre, la Palabra y la Vida, vino al mundo a hacernos “partícipes de la naturaleza divina” (2Pe 1, 4), a participar de su propia vida. Es la vida trinitaria del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, la vida eterna. Su misión es manifestar el inmenso amor del Padre, que quiere que seamos hijos suyos. El anuncio del kerygma invita a tomar conciencia de ese amor vivificador de Dios que se nos ofrece en Cristo muerto y resucitado. Esto es lo primero que necesitamos anunciar y también escuchar, porque la gracia tiene un primado absoluto en la vida cristiana y en toda la actividad evangelizadora de la Iglesia: “Por la gracia de Dios soy lo que soy” (1Cor 15, 10).

349. El llamado de Jesús en el Espíritu y el anuncio de la Iglesia apelan siempre a nuestra acogida confiada por la fe. “El que cree en mí tiene la vida eterna”. El bautismo no sólo purifica de los pecados. Hace renacer al bautizado, confiriéndole la vida nueva en Cristo, que lo incorpora a la comunidad de los discípulos y misioneros de Cristo, a la Iglesia, y lo hace hijo de Dios, le permite reconocer a Cristo como Primogénito y Cabeza de toda la humanidad. Ser hermanos implica vivir fraternalmente y siempre atentos a las necesidades de los más débiles.

350. Nuestros pueblos no quieren andar por sombras de muerte; tienen sed de vida y felicidad en Cristo. Lo buscan como fuente de vida. Anhelan esa vida nueva en Dios, a la cual el discípulo del Señor nace por el bautismo y renace por el sacramento de la reconciliación. Buscan esa vida que se fortalece, cuando es confirmada por el Espíritu de Jesús y cuando el discípulo renueva en cada celebración eucarística su alianza de amor en Cristo, con el Padre y con los hermanos. Acogiendo la Palabra de vida eterna y alimentados por el Pan bajado del cielo, quiere vivir la plenitud del amor y conducir a todos al encuentro con Aquel que es el Camino, la Verdad y la Vida.

351. Sin embargo, en el ejercicio de nuestra libertad, a veces rechazamos esa vida nueva (cf. Jn 5, 40) o no perseveramos en el camino (cf. Heb 3, 12-14). Con el pecado, optamos por un camino de muerte. Por eso, el anuncio de Jesucristo siempre llama a la conversión, que nos hace participar del triunfo del Resucitado e inicia un camino de transformación.

352. De los que viven en Cristo se espera un testimonio muy creíble de santidad y compromiso. Deseando y procurando esa santidad no vivimos menos, sino mejor, porque cuando Dios pide más es porque está ofreciendo mucho más: “¡No tengan miedo de Cristo! Él no quita nada y lo da todo”.